Seapie: un tesoro gastronómico de Roatán
Entre los secretos mejor guardados de la cocina isleña se encuentra el Seapie, un plato con raíces británicas que, con el paso del tiempo, se fusionó con los sabores del Caribe para convertirse en una verdadera joya gastronómica. Este manjar, que se sirve acompañado de Rice with beans y tajadas de plátano maduro frito, refleja la riqueza cultural y culinaria de Roatán y las Islas de la Bahía.
El arte de preparar la pasta casera
El Seapie no es una simple receta, es tradición y paciencia en cada paso. Su esencia comienza con la pasta casera, elaborada a mano, tal como lo hacían las abuelas isleñas. A diferencia de las pastas comerciales, esta se prepara con harina fresca que debe reposar el tiempo justo para alcanzar la textura ideal. Ese detalle, aunque laborioso, es lo que le da al Seapie su autenticidad.
La magia de la leche de coco y el marisco
Mientras la masa descansa, el corazón del platillo empieza a tomar forma con una salsa de leche de coco, que se sazona con cebolla, culantro, chile dulce, ajo y especias locales, a la que se suma un toque de chile cabro para realzar el sabor. En paralelo, el marisco elegido —ya sea caracol, bulgao, camarón o pescado— se adoba con esmero, pues será el alma del plato.
La preparación del Seapie es casi ceremonial: se coloca una capa de pasta sobre la salsa, luego una de mariscos, y así sucesivamente hasta formar varias capas que se cocinan lentamente hasta fundirse en una mezcla cremosa y deliciosa.
Un banquete con identidad isleña
Como buen representante de la mesa isleña, el Seapie se sirve acompañado del clásico Rice with beans, conocido en el resto del país como casamiento o gallo pinto, y unas dulces tajadas de plátano maduro frito, que completan la experiencia con un equilibrio perfecto entre lo salado y lo dulce.
Más que un platillo, el Seapie es un relato vivo de historia y tradición: la huella de los ingleses en la isla, la creatividad de las familias caribeñas y la fuerza de los ingredientes locales que siguen dando sabor a la vida isleña. Un símbolo de identidad que, al probarlo, nos conecta con la memoria de las cocinas familiares y con la esencia de la cultura de Roatán.
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