Ceviche de caracol: El alma del Caribe
En el corazón del Caribe hondureño, donde el mar regala vida y frescura, existe un platillo que captura la esencia misma de nuestras islas: el ceviche de caracol. Ligero, vibrante y absolutamente exquisito, este manjar típico de las costas se ha convertido en una joya culinaria que trasciende generaciones y fronteras, conquistando tanto a locales como a visitantes.
El alma del Caribe en un bocado
El caracol marino, extraído con respeto de nuestros arrecifes, ha sido durante años parte esencial de la dieta insular.
Asimismo, su carne firme y delicada es el lienzo perfecto para los sabores cítricos, los vegetales frescos y ese toque de hierbas que despierta los sentidos. No es exagerado decir que cada bocado de ceviche cuenta una historia de mar, sol y cultura.
Frescura natural, preparación sencilla

En las cocinas de Roatán, la preparación del ceviche de caracol es casi un ritual. El caracol se limpia y corta en pequeños trozos, se baña con abundante jugo de limón fresco —ese ingrediente estrella que lo «cocina» suavemente sin necesidad de fuego— y se mezcla con cebolla morada, tomate jugoso, chile dulce, cilantro recién cortado y un toque de aceite de oliva. El resultado: un plato refrescante, lleno de vida y color, ideal para los días cálidos que reinan en el paraíso.
Un plato versátil, elegante y saludable
Además de ser un ícono de la gastronomía caribeña, el ceviche de caracol es una opción saludable y sofisticada. Rico en proteínas, bajo en grasa y lleno de vitaminas y minerales, es perfecto para quienes buscan equilibrio entre placer y bienestar. Algunos chefs locales incluso lo reinventan con toques contemporáneos: leche de coco, frutas tropicales como el mango o la pitaya, o crujientes chips de plátano para acompañar.
Ideal para cualquier ocasión

Servido en una copa elegante o en una concha marina como guiño a su origen, el ceviche de caracol es un entrante estrella en eventos sociales, cenas junto al mar o picnics playeros. Acompañado de una copa de vino blanco frío o una limonada de hierbabuena, es simplemente irresistible.